lunes, 31 de marzo de 2008

Semana Santa

El viaje de Semana Santa ya ha terminado, snif snif, aunque me consuela saber que aún me queda una semana de vacaciones. Os escribo desde Zaragoza, hasta el domingo estaré aquí. Este billete lo compré en enero y teorícamente era la única visita que iba a hacer, nada más lejos de la realidad como ya sabéis.

Empezamos el recorrido un día más tarde de lo previsto, porque aunque estábamos 100% seguros de que la primera noche que habíamos contratado era el sábado estábamos equivocados, era el domingo. De hecho madrugamos para salir temprano, menos mal que lo comprobamos antes de salir.

La primera parada fue Amberes. Su puerto es el tercero más importante del mundo, y se nota que lleva mucho tiempo siendo así. Fue una grata sorpresa encontrar que la capital del mundo de los diamantes estaba llena de espaciosas plazas con grandes edificios. Una pena no poder pasar más que una mañana allí, pero teníamos que dirigirnos a Gante, donde teníamos ya pagada una noche en un hotel.


Gante era mucho más impresionante. Una ciudad medieval preciosa, muy majestuosa, con castillo, catedral y campanario. Cuando llegamos hacía sol, pero cuando salimos de tomar una cerveza después de cenar estaba cayendo una nevada impresionante. Creo que a los lugareños les debíamos parecer un poco estúpidos por hacernos fotos tan emocionados con los copos de nieve, pero nos dio igual. Hacía un montón de tiempo que no veía nevar, y como llevaba buenas botas y no se me mojaban los pies estuvimos un buen rato haciendo el tonto por las calles.

A la mañana siguiente el coche estaba blanco inmaculado, pero con el sol se fue derritiendo poco a poco. Fuimos a visitar todos los edificios por dentro, algunos más bonitos que otros, pero todos con un importante descuento para estudiantes que nos vino muy bien. Es algo bueno de Bélgica, si eres joven la cultura está al alcance de la mano. Subir al Belfry -campanario- fue una decepción, ya que dentro no había mucha cosa y ni siquiera se podían ver las vistas. Gracias que desde la torre de homenaje del castillo se divisaba toda la ciudad y la imagen, con los copos de nieve cayendo otra vez, era preciosa.


Después de comer marchamos a Brujas para hacer dos noches, a simple vista no nos pareció mucho mejor que Gante para la fama que tiene. Sin embargo, después de dormir un rato la siesta e ir a cenar, dimos un paseo por la noche y entendimos por qué la Venecia del Norte es calificada por muchos como una de las ciudades más bonitas del mundo. Más que un determinado monumento o edificio señorial, Brujas tiene un encanto en sus calles inigualable a cualquier otro que yo haya visto. Cada rincón de la ciudad tiene sus canales, sus casitas construidas construidas en el mismo estilo que la ciudad original, sus chocolaterías y jugueterías. También cuenta con grandes plazas e iglesias imponentes, sin embargo, a mi parecer, no es su mayor atractivo, sin quitarle mérito, ni mucho menos. Es una pena que Brujas quedara durante mucho tiempo en el olvido y los interiores de esos majestuosos edificios no puedan equipararse a los de Amberes o Bruselas; aunque cuenta con algunas reliquias en sus muros como la Madonna de Miguel Ángel, que un comerciante de lana compró directamente al artista para llevarla a la catedral. Se dice que fue la única obra de Miguel Ángel que salió de Italia mientras éste aún seguía con vida.


Para terminar el viaje peregrinamos a Amsterdam por segundo año consecutivo. La pasada Semana Santa fuimos con Erica y unos amigos suyos y de Artur, y prometimos que había que volver al menos una vez al año. De momento nosotros cumplimos nuestra promesa y rendimos culto al Monumento Nacional, que no es que sea gran cosa (es más bien feo), pero nosotros le tenemos cariño por las risas que hicimos a su costa.

Estuvimos dos días en Amsterdam y lo cierto es que básicamente fuimos de tiendas, a pasear y comer. No nos apetecía pasar horas andando, llevábamos varios días pasándonos el día recorriendo las calles de distintas ciudades y preferíamos descansar. Además, ya lo habíamos visto todo el año pasado, por lo que disfrutamos de la ciudad sin prisas. Dormimos en el mismo camping que ya conocíamos, aunque llegar a él en coche fue bastante más complicado de lo que pensábamos (hay que decir que somos un poco tontos y no teníamos ni un mal mapa), así que dimos muchísimas vueltas antes de llegar. Lo cierto es que volver fue mucho peor. Tardamos ocho horas en hacer unos 350 Km, el país estaba colapsado por la operación retorno de vacaciones en Holanda, así que estuvimos horas parados en la autopista. He de decir que menos mal que condujo Artur, porque a mi me tendrían que haber cortado las piernas después de semejante paliza.


Lógico que nos quedáramos dormidos prácticamente al volver a Gosselies. Han sido unos días increíbes e intensos. El sábado y el domingo los aprovechamos para no hacer nada, que también es importante.



1 comentario:

Erica Fustero dijo...

me pones los dientes súper largos!!!
ayer acabé yendo a la miguería con lisa (+ una de dominó...)
hablamos luego!