domingo, 16 de marzo de 2008

De vuelta a Charleroi

Después de una semana prolongada a prácticamente dos, ya estoy en Charleroi otra vez. Mi muy amable compañero de piso Syed ha ido a buscarme al aeropuerto, y como no hay bus al pueblo (a pesar de que está en el mismo término municipal) me he ahorrado el dinero del taxi o la paliza de ir del aeropuerto a Charleroi y de ahí a Gosselies.

Hazañas belgas pocas puedo contaros, ya que llevo aproximadamente una hora en el país. Lo más destacable de esta hora ha sido que ya me he olvidado del sol para volver a hacerme a la idea del cielo gris y los suelos encharcados. De todos modos no me preocupa, que he visto las previsiones en España y tampoco son como para echar cohetes.

En esta hora he intentado poner la lavadora y no he podido, no porque sea rematadamente torpe, sino porque está ocupada para variar. Estoy pensando en ponerme a hacer la guardia en la puerta del baño donde está la susodicha para que nadie lave antes que yo, o para ver quién es el que está usando mi suavizante, una de dos. He visto que me han gastado medio bote y teniendo en cuenta que yo no estaba en casa no es que me haya dado la paranoia medio sonámbula de ponerme a hacer coladas como una loca, es que me lo están mangando. Eso sí, no pienso comprar otro, iré cogiendo cada vez de un bote y solucionado. Estoy recapacitando según leo las líneas y nunca pensé en indignarme por un bote de suavizante de melocotón del Carrefour, hasta dónde vamos a llegar...

Ahora voy a hacerme algo de comida-merienda-cena, que me he comido unos huevos rotos a las once de la mañana a modo de almuerzo y ahora estoy que me rugen las tripas de forma considerable. Espero que después de estar tantos días fuera haya sobrevivido algo en la nevera.

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