domingo, 17 de febrero de 2008

Segundas impresiones

Hoy me ha despertado la luz que entraba por la ventana a las ocho... no es mala hora, más teniendo en cuenta que hubo un ruido infernal de música hasta las tres y media de la madrugada. Parece ser que el hotel es una especie de pub en la planta calle; y cafetería y restaurante.

He intentado ser más positiva y ver las cosas buenas. Después del esfuerzo mental lo he dado por imposible y he salido de la cama a darme una ducha. Sí, podía ir peor ¡No había agua caliente! ¿qué clase de hotel te cobra 45€ por noche y no tiene agua caliente? Con el frío que hace en este país he optado por dejarlo para cuando llegara a casa. Supuestamente, a las once podía recoger las maletas de la casa de los padres de mi casero, que insisto, no quería dejarlas en el coche al descubierto toda la noche. Supuestamente. Un post-it estaba en la puerta con un "volveremos a la una". Así que nada, me he ido al pub-cafetería-restaurante-hotel a tomarme un té. Lo mejor ha sido el bombón que me han puesto para acompañar... mmm, es cierto lo del chocolate belga, y eso que los que me conocéis sabéis que no me apasiona.

Media hora más tarde ya estaba aburrida, así que he optado por coger el coche e ir a dar una vuelta, a ver si estaba super equivocada y había algo más que señoritas de compañía en escaparates. Ha sido una grata sorpresa darme cuenta de que sí, había algo más. Un par de centros comerciales gigantescos con un Media Markt que podría abastecer sin problemas a Zaragoza, Huesca y Teruel juntas. Y yo me he preguntado ¿para qué querrán un centro comercial tan sumamente enorme si el pueblo es diminuto? Debe ser por el aeropuerto, que por si no os lo he comentado la zona de cargo está a dos pasos de mi casa.

Mi vida ha empezado a mejorar cuando he visto un outlet de un tamaño bastante aceptable y al lado dos zapatarías que cada una era un edificio entero... No me gusta el chocolate pero me gustan los zapatos. Me encantan los zapatos, he traído 11 pares para cuatro meses.

He conseguido hacerme con mis maletas y después de diez minutos de forcejeo con la puerta, he entrado. Era ya la hora de comer, así que muy amablemente un chico de la casa me ha invitado, que estaba aquí su novia, la hermana de la novia y el novio de la hermana de la novia. Son franceses de origen marroquí, así que me han dejado comer con cubiertos, pero ellos se han abalanzado sobre la fuente con la sola ayuda del pan. Han tenido bastante paciencia y me han hablado lo suficientemente lento como para que pudiera mantener una conversación con ellos. Di que he hecho trampas, lo reconozco, el chico sabía español y cuando no me enteraba giraba la cabeza hacia la derecha como el que pastorea ovejas y él me traducía.

Después un paseito con María para ver su estudio en Fleurus, una vuelta por Gosselies y de vuelta a cenar, que las siete de la tarde es hora de recogerse. He comprado algo para hacerme una tortilla en el sustituto de lo que sería la "tienda del chino" y me he ido a casa. Había unos cuantos franceses que me han ofrecido whisky con Coca-Cola alegando que "los españoles somos unos borrachos". No gracias, mañana madrugo.

Así que nada. Hoy deseo menos matar a Diego Galar, el instinto homicida no ha desparecido del todo pero al menos no estoy planeando cómo cometer el crimen sin dejar huellas... Y mañana os contaré "de cómo no sufrir un ataque cardiaco cuando te enteras de que no te convalidan todas las asignaturas". Hasta entonces corazones.

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