Resulta que hace cosa de tres semanas se fundió la bombilla de la lámpara de la cocina que está encima de la mesa. Hoy una chica que se marcha mañana (aquella que tardé un tiempo en saber si era un chico o una chica) ha dado una mini fiesta de despedida, con la consiguiente timba de póquer habitual. Cuando he ido al servicio, que está pegado a la cocina, me he dado cuenta de que no había luz, me giro y resulta que ¡¡sorpresa!! en el comedor de repente sí que había. Pregunto inocentemente que de dónde han sacado una bombilla a las diez de la noche y obviamente era de mi lavabo. Han prometido volverla a cambiar cuando se marcharan, pero con razón tenía mis dudas.
Vuelvo al cabo de un par de horas y veo que sigue sin haber bombilla, pero como es una casa antigua ni subida a una silla llegaba para volverla a cambiar, así que he ido, bombilla en mano, a buscar a la culpable. Pero estaba dormida, sí, porque en Bélgica las once y media es hora de dormir después de haber perdido unos cuantos euros a las cartas.
Otra amable compañera me ha dicho dónde había una escalera. Así que ahí estábamos Erica y yo, cual Manolo y Benito en sus años mozos, bajando por las infernales escaleras por las que me caí rodando hace un mes -con escalones bien altos y barnizados, para que resbalen más aún-.

Me alegra que pasen estas cosas cuando no estoy sola, porque si no nadie me creería y diriais: "Sara, qué exagerada eres", pero no. Esta vez tengo un testigo que podrá explicaros también que ayer mi baño estaba con un charquito de lodo, una pila de ropa sucia tirada por el suelo y mi papel higiénico usurpado. Así que voy a llamar a José Luís Moreno a ver si me compra el guión, porque hay que decir que "La que se avecina" ha perdido mucho y puede que así vuelvan a subir las audiencias.
1 comentario:
oye!!! Benita!!! que me dijiste que el guión era para mí, jejejeje
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